Se armó la segunda Copa Cata Misionerita. Un sábado lluvioso en Posadas. La ubicación fue secreta, aunque se sabe dónde se arma. Los Aimar del cultivo fueron cuarenta. El jurado, expertos en la planta, sus derivados y consumo. El público, ávido de un colocón. Entre todos armaron el encuentro cannábico de la región NEA.

Por Flor Bueno

Los cogollos de marihuana fueron los protagonistas de la reunión. El día regado por la lluvia no frenó a nadie. Los Cannabineros llegaron igual. A un sitio secreto, porque la clandestinidad, a pesar de algunas leyes sancionadas y que el estado provincial maneja el cultivo de cannabis más grande de la región, sigue siendo la que rola.
Cerca del medio día se terminaron de armar los stands de emprendedores del rubro cultivador. Biofertilizantes, semillas, picadores, pipas, tabacos, papel, tuqueros, y muchos insumos más que no están exclusivamente asociados al Cannabis. Hubo también tatuajes, para quienes se animaron a un escrachecito 420. Set de DJ´s, gastronomía para unos buenos bajoncitos y la coctelería cannábica estuvo a cargo de los Scalonni de los tragos.
Adentro se armaron también las mesas del jurado, los expertos que catan y analizan la textura, el aroma, el sabor y el efecto de las muestras que compiten. Aseguran la calidad del cultivo.
El espacio para los 40 competidores, identificados con pulseras amarillas, se entendía exclusivo. Una mesa con, sedas, ceniceros, tuqueros y otras parafernalias para que disfruten su participación en la segunda Copa Cata Misionerita.
Cuando paró la lluvia, el salón donde estaban todos amuchados, se descomprimió. Se armó afuera. Cayó más gente que, entre sillas, sillones y bajo gacebos que cubrían la humedad que volaba, se dispuso a esperar que le giren uno.
Cuando hubo unas 90 personas, el animador dijo las primeras palabras al micrófono. Rusito de Chaco, se presentó y luego indicó a los jurados y competidores que ocupen sus lugares. El público se puso más expectante, empezaba oficialmente La Copa Cata. Los sorteos y charlas también ya eran inminentes.
“Shó soy del oeste”, escuché. Con esa acentuación que solo los bonaerenses saben armar. Lo que me ayudó a identificar entre los participantes oriundos de Buenos Aires, Santa Fe, además de Chaco, Corrientes, Formosa, Paraguay y Brasil. Una verdadera cata regional, nacional e internacional, dijeron por ahí.
Te dejamos un temita para ambientar la lectura. De nada.
Se armó lindo
Una vez que Rusito dio por inaugurado el evento, la mesa de los competidores se llenó de varones cultivadores. Sí, en masculino. No parece ser una casualidad que en su mayoría sean varones, para no decir todos. El humo que se respiraba cerca te colocaba en una atmósfera verde y poderosa. Es que los competidores fumaban, intercambiaban experiencias y compartían el encuentro.
Un primer acercamiento a la mesa me hizo notar poco sentido del humor, aunque sí, alto compromiso con lo que se están mostrando entre ellos. Sus cultivos en indoor, exteriores, extracciones de Rosin y Hash.
Los Aimar del cultivo están en la mesa. Prueban, se cuentan, se ríen. Tucas o algún armado pasa para la tribuna. Se comparte.
La otra mesa exclusiva es la del jurado. Me acerco. Tímidamente, como si no quisiera interrumpir un exhaustivo control. Unos ocho varones, sentados alrededor de frascos con cogollos, planillas y trofeos, catan cannabis.
Sí, fuman porro.
Miro un ratito, como quien observa y a la vez busca una mirada. La lógica de las muestras sobre la mesa es un descontrol. -Cómo decirlo Wólter -. Solo ellos entienden probablemente, cuando sacan de un frasco, ponen acá, allá. Yo me limité a ser mirona sin preguntar todavía.
Recorrí los stands cerca, conversé con Lucas – el tatuador -, mientras él dibujaba sobre un papel distintos diseños marihuanos, para quien guste rayarse la piel “para siempre”.
Después de charlar con las distintas iniciativas que estaban en la “locación secreta”, volví a girar con la mirada satelital hacia la mesa del jurado.
Ellos comen, yo veía una peli, ¡qué buen bajón!. Cualquiera imaginaría que toman pomelo, alguna limonada, huelen café –escuché por ahí, como una opción para cambiarle el mood a los sentidos-. Pero como yo no soy jurado, pensé, no opino.
La comilona del encuentro estuvo muy bien a cargo de Rosé. Los catadores, el público fumón y todo aquel que se preciara de estar en la Copa Misionerita, bajoneaba. Un súper pancho de esos repito, ¡qué buen bajón! También había pizzas, papas fritas y se hacía esperar un sándwich de bondiola que fue EL BAJÓN de la velada.

COPA CATA MISIONES 23
Qué rico todo, pensé. Mientras seguí caminando entre la gente.
Volví a la tribuna. Yo soy –era- parte de la tribuna. Fui a fumar del rico y llevarme una experiencia hermosa. Donde hubo abundancia, intercambio y encuentro alrededor del cannabis.
La planta fue el centro. Sus derivados y diferentes formatos de consumo, fueron las expresiones de uso de la planta. En un lugar seguro, organizado, donde podés fumar porro, gotearte o beber kombucha con notas fermentadas de Cannabis.
La coctelería de ese sábado estuvo a cargo de Grupo Orgánico. Los bartenders sirvieron diferentes pociones –me gusta decirle así- 420. Con alcohol, además de los tragos clásicos, la mejor opción fue una “Ósmosis de cannabis”. Con gin destilado de jengibre, jugo de limón
y tónica. Un traguito, alcohólico, suave y de autor.
Un taquito de hielo y poción a la coctelera, para ser la escalonetta de la coctelería local.
La kombucha de manzana -con notas fermentadas de cannabis- fue una tremenda propuesta sin alcohol. Para disfrutar a pleno las casi diez horas del evento. Hidratación y probióticos a través de una fermentación natural, una bebida que cada vez gana más lugar,
por esta época.
Ese sábado, fue mi día de suerte. Fui a la segunda Copa Cata Misionerita. El colocón fue pleno. Qué rico todo, volví a pensar.
¡72! Se escuchó. La pulsera violeta que me pusieron cuando llegué tenía escrito con marcador el número que pronunció el animador. Me paré rápido. Aunque frené con cierta timidez, la tribuna aplaudió y celebró como sucedió con cada ganador de los sorteos.
Retiré mi premio, de más está decir, «contenta como perro con mil colas volando”. Sucede poco la de ganar, pienso, sin ánimo de convertir esto en un subtexto. Ese era mi día de suerte. Después de varios premios más, volvió a salir el 72. Raro, aunque el improvisado
sistema volvía posible que saliera el mismo número. De todas maneras dije, ¡ay! Salió de nuevo mi número, cómo es posible este suceso. Ahí nomás, todos estuvimos de acuerdo en que gane otro.

COPA CATA MISIONES 23
La música de los DJs acompañó un ambiente muy chill, como se suele decir actualmente.
Cuando se hizo de noche, adentro comenzó la entrega de premios de la Copa Cannábica. El público se trasladó, para celebrar y aplaudir a los cultivadores de la mejor flor de marihuana. Los organizadores agitaron, agradecieron y presentaron a los triunfadores. Cada uno de ellos, orgulloso de su cultivo, recibió premios y la efusión de todos los que ahí estábamos. Verdaderos Messi del cannabis.
Cuando sea cultivador, quiero ser como vos, pensé.
Notas en voz alta
Poco debate, acerca del estigma y la prohibición. Que aún, a pesar del Registro de productores de cannabis, más conocido como Reprocann, la legislación de marihuana medicinal y otras iniciativas como el ingreso del cáñamo al Código Alimentario, siguen existiendo.
Todavía somos pocos los que tenemos la posibilidad de acceder al cultivo de la planta legalmente. Incluso comprar libremente sus derivados. A pesar del gran trabajo que vienen y siguen haciendo las organizaciones cannábicas del país junto a instituciones del Estado,
queda camino por recorrer. Para que un porro de calidad sea la opción libre y segura. El aceite con sus inmensas propiedades, como lo demuestran investigaciones y experiencias, llegue a cada persona que lo necesite. Y el menudeo de porro de mala calidad y dudosa procedencia no siga diezmando los barrios, en una lógica hacia el narcotráfico.
Lo siento, pero considero que todas las personas allí presentes tenemos una responsabilidad política como consumidores y usuarios. Como activistas, parte de un movimiento cannábico más grande que planta postura, socializa las prácticas y experiencias. Un movimiento organizado, responsable y solidario.
Un movimiento, gira el porro.


Buenísima nota…y la manera de contarla…👌
Muy buenoooo